En el túnel de La Cabrera, se extraía una gran cantidad de material de buena calidad, al tratarse fundamentalmente de piedra caliza, que constituía más que un residuo, un recurso a gestionar.

La existencia de un material adecuado y la necesidad de adquirir hormigón como materia prima, para la realización de los trabajos del trazado, hicieron posible que se optara por reutilizar el material extraído del túnel en plantas propias, con la finalidad de fabricar hormigón y dovelas; evitando de este modo la generación de un residuo y gestionándolo, para incorporarlo al ciclo productivo como un recurso, con el consiguiente ahorro ambiental y económico asociado.

Disminución de la generación de residuos inertes, menor ocupación de vertedero y reducción del consumo de recursos, generados in situ a partir de material que en un principio hubiese sido desechado. La ubicación de las plantas de machaqueo de áridos y de fabricación de hormigón y dovelas en la propia obra redujo el coste energético asociado al transporte de materias primas.